El 6 de agosto de 1945 fue bombardeada por parte de la aviación americana la población civil de Hiroshima. La Segunda Guerra Mundial iba llegando a su fín.
140.000 personas murieron pero se calcula que la cifra de afectados ha ido superando las 258.300 debido a que las radiaciones han seguido haciendo su efecto a lo largo de todos estos años traducido en abortos, malformaciones, enfermedades persistentes,...eso, entre importantes afecciones sociales y psicológicas derivadas.
En 2009 siguen en activo cási 30.000 cabezas nucleares.
Han comenzado a desarrollarse nuevos tipos de menor potencia pero de fácil manejo.
El Tratado de No Proliferación nuclear (TNP), que se firmó en 1968 y entró en vigor en 1970, es el único mecanismo legal vinculante en el que los Estados nucleares se comprometen a eliminar sus arsenales. Hasta el momento los cinco Estados nucleares reconocidos (EE UU, Rusia, China, Francia y el Reino Unido) no han cumplido las promesas que hicieron al firmar ese tratado. Además países como Israel, India, Irán, Pakistán y Corea del Norte se han sumado en esta carrera. La finalidad: demostrar su superioridad militar y política.
Esta noticia no solo debe servir para refrescar el dolor de la tragedia, sino para hacernos conscientes de la magnitud del poder político, económico y militar como causantes de la mayoria de afecciones ambientales con repercusiones en todos los seres vivos incluida la especie humana y presentes en el siglo XXI. También para hacernos reflexionar sobre la utilización de nuestro propio poder como ciudadan@s para inclinar la balanza con nuestras opciones personales a favor de la VIDA.
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El Mundo
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